El mes de julio, como todos los años, coincide con el inicio de las rebajas. Según un estudio realizado por el portal de compras Veepee, se prevé que el 52% de los españoles gastará una media de entre 100 y 300 euros, mientras que un 20% gasta entre 300 y 600 euros.
Para cualquier persona, adquirir aquel producto que desea con un precio inferior al habitual es una oportunidad y una fuente de satisfacción. Un gasto elevado en compras no tiene porque ser un problema de Salud Mental siempre y cuando no tenga consecuencias negativas para la persona y ésta sea consciente del gasto que realiza pero, ¿qué pasa cuando un acto tan cotidiano como este se convierte en un inconveniente y es una fuente de malestar para la persona? En estos casos podríamos hablar de “compradores compulsivos”.
Trastorno de “compras compulsivas”
Las “compras compulsivas” abarcan un área muy amplia y poco definida en el campo de la Salud Mental; a día de hoy no existe un trastorno como tal en ninguna de las clasificaciones diagnósticas, pero es un comportamiento problemático que existe en nuestra sociedad y puede contemplarse de diferentes formas respecto a los cuadros clínicos existentes.
Cuando se plantean las compras compulsivas como un trastorno mental per se podríamos incluirlo en el campo de las “adicciones sin sustancia”, donde se han incluido recientemente el juego patológico o el trastorno por uso de videojuegos, que se publicará el próximo año en la nueva clasificación de la OMS y seguramente, siguiendo la tendencia actual de este organismo internacional, en unos años podremos encontrar el Trastorno por Compras Compulsivas en las futuras clasificaciones diagnósticas.

Imagen: gonghuimin468 para Pixabay
¿Qué lleva a una persona a ser compradora compulsiva?
Por otra parte, las “compras compulsivas” pueden darse en una persona que sufre un trastorno afectivo, bien sea un trastorno depresivo o un trastorno por ansiedad. En estos casos, la persona tiende a comprar en exceso con el objetivo de encontrar placer y bienestar consigo misma, objetivo que consigue a corto plazo pero que a medio o largo plazo, da lugar a un sentimiento de vacío o malestar psicológico. Por último, también podrían darse como señales de alarma de un episodio maníaco o euforia, el cual requiere de la intervención de un psiquiatra y/o de los servicios de urgencia especializados.
Independientemente de cual sea el caso, un elemento común en cualquiera de sus presentaciones es la nula o escasa conciencia del problema en la persona y también, que la psicoterapia combinada o no con tratamiento farmacológico son las alternativas terapéuticas que permiten obtener buenos resultados.
Si existen sospechas de presentar este problema, sería recomendable llevar un registro de los gastos de los últimos meses y contrastar esa información con alguna persona cercana, y en caso de dudas, consultar con un especialista para contar con una opinión profesional.
Aina Sastre
Psicóloga Clínica
Instituto Médico del Bienestar